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viernes, 14 de junio de 2013

Entre los sueños de Jael, una niña 'jardeadora'

Hay actividades que  creíamos eran exclusivos de hombres y  crecimos con esa idea hasta que escuchamos que las mujeres han asumido roles masculinos, sin que esto les haya robado su esencia  femenina.  

Jael, tiene 12 años y como cualquier niña de su edad le encanta jugar, pero a diferencia de las niñas de su edad, su vida está alejada del acelerado mundo en el que muchos  viven,  ella en cambio juega fútbol con sus hermanos en la finca en la que vive con su familia, cuida de las gallinas, juega con Candy una carnera que han criado desde que nació. Acostumbrada al silencio nocturno, pues   donde viven  no cuentan con fluido eléctrico, el tiempo transcurre lento y tranquilo. Disfruta de su pasatiempo favorito cabalgando como una gran jinete, su menuda figura le da la agilidad al  montar  caballo, lo que hace de ella  una experta  a la hora de “Jardear”,  actividad conocida en el campo  como el trabajo de guiar el ganado a los corrales y separar los terneros de sus madres, para poder ordeñar. Esta tarea  ella  la realiza a la perfección, emulando a quienes a diario lo hacen en la finca.

Estudiante de octavo (8°) en una Institución de Loma Arena,  corregimiento   de  Santa Catalina en  Bolívar; es de  las primeras en su clase, por eso es  la representante de su curso, y orgullosa  comenta: “ser representante es ser la vocera de mis compañeros, ante los profesores y el rector”.  Hay tantos  sueños  detrás de esa mirada inocente y vivaz, pero ella sabe lo que quiere, por eso dice: “En un principio quería ser veterinaria o maestra, pero un día me detuve a mirar a unos policías, me gusta su trabajo y como lucen su uniforme, así  que decidí  ser una mujer policía”.

Posiblemente en un futuro no lejano, la veremos en la  Escuela de carabineros de la Policía Nacional; mientras eso llega, Jael  recorrerá el monte todas las tardes a buscar el ganado, ganando experiencia para cumplir su gran sueño, con la  ilusión prendida en el pecho y disfrutando de esas noches estrelladas, del canto de los grillos y de las ranas, con la serenidad que solo conocen los que en su corazón llevan el alma del campo.

Textos: Isabel Vargas Lara / isabel.vargaslara@gmail.com
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