En diciembre pasado, el relato de un niño de 11 años de edad,
con voz tierna y encantadora, nos sorprendió por la riqueza de detalles y aprendizaje para su edad. También nos produjo indignación por la denuncia que hizo en contra de los hogares sustitutos del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF). La historia comenzó porque se fue a la cancha sin permiso y su
papá le pegó con una correa para corregirlo. Al llegar al colegio, la profesora
de inglés se dio cuenta del golpe y le comunicó el caso a la rectora. La
rectora dio aviso del maltrato al ICBF y la policía de Infancia y Adolescencia
recogió al niño para darlo inmediatamente a un hogar sustituto. La habilidad del niño y su
conocimiento del sector donde había sido ubicado, gracias a que acostumbraba
acompañar a su padre a vender productos en el norte de la ciudad, fueron claves
para escaparse y lograr regresar a la normalidad de su hogar. Jorge Cura, el
periodista que lo entrevistaba, puso en línea al director del Bienestar
Familiar y se comprometió con el seguimiento de esta historia porque la denuncia del pequeño dejó al descubierto un hecho que no es nuevo en el país y que en vida la senadora Gilma Jiménez solicitó ser revisado ante al ICBF pues en ellos se atentaba contra los derechos de los menores. El caso de este niño, en Barranquilla, lo reafirmó y dejó en micrófonos su mensaje: "Denuncien, no se queden callados.
Cuántos niños no habrán pasado lo que yo pasé?. Ahora mi papá me corrige
quitándome lo que más me gusta".
Frente a este suceso que vivieron los padres del menor entrevistado, reflexionamos ¿qué clase de padre o madre son, buenos o malos? La realidad es que el día a día casi siempre lo consumen las situaciones laborales, económicas y sociales, mientras que las reglas para corregir o formar a los hijos se entregan en la mayoría de los casos a la reacción del momento. La
lección fue grande tanto para el niño y como para sus padres, también para los profesores, la
institución del Estado y la sociedad. Gracias a "saber lo que quería"
y "qué era lo mejor para él" el niño se escapó del que no era su
hogar, volvió al seno familiar, fue comprensivo con el aprendizaje de sus
padres y puso la denuncia del maltrato. ¿Qué hubiera pasado si el chico no se supiera expresar como lo hace? ¿Qué hubiera pasado si no se hubiera ubicado en el lugar en el que estaba e interpretado que en el hogar sustituto era víctima de maltrato? Eso habla también de la formación y amor que hasta el momento había recibido de sus padres.
A principio de 2017 se viralizó un video
en el que un niño de 2 años había sido victima de maltrato en Tierra Alta, Córdoba porque
su madre acostumbraba a amarrarlo a un poste de madera para evitar que hiciera
travesuras y mantenerlo controlado. Los vecinos hicieron la denuncia y el
Instituto Colombiano de Bienestar Familiar y la Policía actuaron. Posteriormente se dió a conocer un video de la madre hablando arrepentida y
dando por justificación que es cabeza de hogar con 3 hijos y que no acepta
ayuda del padre de sus hijos porque sólo le da dinero si vuelve con él y
ella no está de acuerdo con eso. Finalmente, por ser madre cabeza de hogar, le fue devuelto su hijo. Mientras tanto el señalamiento y juicio social se dieron
gusto dando cátedra de lo bueno y lo malo en la crianza.
El manual "Ser buenos padres" es para escribirlo como un diario o una bitácora. Al inicio solo cuentas con los sentimientos y la formación del hogar en el que creciste, luego se suman una cantidad de actores "que todo lo saben" y con derechos para opinar, hasta que finalmente, si te concentras, decides y actúas como la clase de madre o padre que quieres ser. Así que el método "ensayo/error" en la vida familiar nunca acaba, más bien hay que estar preparados para que el aprendizaje sea una constante. Lo único que te hará distinto es esforzarte cada día por ser mejor, corregir y amar sin condiciones. Estamos mal ubicados si pensamos que el término "crianza" sólo aplica para los niños, cuando también es una oportunidad para que los adultos se formen como padres. Desde el punto de vista de la comunicación, un proceso humano de doble vía, identificamos en todas las situaciones mencionadas una gran debilidad: saber escuchar, con prioridad a los niños.
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