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viernes, 15 de mayo de 2020

Competencias comunicativas para toda la vida

Hace 12 años cuando tuve a mi hija puse en práctica un método que mi madre usó conmigo cuando yo tenía un año de edad. Todos los de la familia se sorprendían porque yo sabía leer con tan solo un año y mi abuela decía que me iba a enfermar. 

La realidad fue que inicié la actividad con mi hija basada en los recuerdos de mi madre y con el único propósito de tener una conexión con ella porque el horario de oficina de 7 de la mañana a 9 de la noche y a veces más, sin consideración alguna de mi jefe, me robaba el momento de su crecimiento y crianza. Me hice consciente del tiempo y de la calidad del tiempo de madre porque cuando llegaba a casa lo más probable era encontrarla dormida, y dormida también al irme a la oficina. 

Decidimos correr los horarios, ajustarlos a la hora de la noche, para que yo pudiera compartir con ella. Siguiendo las instrucciones que me dio mi madre, de lo que ella recordaba del método y poniendo algo de lógica y amor, organice unas piezas en Power Point.

Todos los días cuando llegaba, colocaba las 4 diapositivas en el computador, con las palabras mamá y papá, en negro y rojo, usando fuente arial en tamaño 96, todas las letras en minúscula y su tilde. En una semana empezamos a ver los resultados.

Mi esposo durante el día hacía el refuerzo cuando ella estaba más feliz, que era después de comer. El realizaba la misma rutina y acompañaba el momento escuchando canciones infantiles tradicionales. Al finalizar primera semana reaccionó al ver la palabra mamá en el computador y a partir de ahí nada la detuvo. Era como comer su postre favorito cuando las reconocía por todos lados. A partir de ahí empezamos a alimentar con más palabras el documento aumentando semana a semana 1 palabra adicional a su vocabulario. 

Tiempo después me puse a investigar, en serio, a quién se le había ocurrido un método así y encontré que había sido al norteamericano Glenn Doman, quien lo diseñó para niños con discapacidad pero luego pudo darse cuenta que aplicado a niños menores de 3 años daba resultados extraordinarios. Constató que el método silábico no era precisamente el más apropiado, y que los bebés son capaces de reconocer letras y palabras si estas son lo suficientemente grandes, y son también capaces de leer antes de la etapa formal de escuela.

Según el médico norteamericano, los niños son capaces de leer palabras con tan solo un año, frases a los dos años, y libros cuando tienen tres. No solo aprenden sino que disfrutan de ello favoreciendo el desarrollo de su inteligencia.Y yo les puedo decir que sí, así es, por experiencia propia y viendo el crecimiento de mi hija.

Hoy cuando llega a sus 12 años y sus sueños de niña, cristalizados, han ido de la mano de sus competencias comunicativas, nuestro círculo cercano dice que será profesional de la comunicación como la madre. La verdad es que ni lo espero ni creo que suceda pero si ha marcado su actitud hacia el aprendizaje. 

  • Atención a todo lo nuevo que pueda descubrir.
  • Felicidad y disfrute del aprendizaje


Con atención y alegría, la disciplina por aprender se convierte en una constante. Los expertos hablan que cada persona tiene un ritmo de aprendizaje, que cada niño tiene sus propios intereses, que conforme adquieren el idioma se fortalecen sus emociones. De ahí la importancia de encontrar ese vínculo y esa conexión que los lleve de la mano en sus competencias lingüísticas que al final, también lo fortalecen como ser humano. 

Si hay algo que nos diferencia de las especies del planeta es la capacidad para darle nombre a las cosas y compartir lo que es de interés común a través de símbolos y signos. Así que lo fácil no debería ser difícil de adquirir. Solo se necesita decidir tiempo, amor y atención. No me arrepiento de las trasnochadas ni los llamados de atención de un jefe que nunca entendió que la prioridad, antes que el trabajo es la vida, esa que va hacia adelante y nunca regresa, solo queda grabada en videos y en las fotografías, pero que debemos procurar quede lo mejor grabada posible en la memoria. Son competencias comunicativas para toda la vida.

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