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jueves, 2 de agosto de 2012

Lidia Heller y yo

Hace unos 12 años casi, conocí a Lidia Heller. En 1999, junto a un grupo de mujeres líderes en su entorno laboral  en países de América Latina diseñaron y pusieron en marcha la Red  de Mujeres Latinoamericanas y del Caribe en Gestión de Organizaciones. Un proyecto con un nombre bastante extenso, pero no más que las perspectivas que se propusieron y su proyección, tampoco más grande que las dificultades para sostenerla en pie por más de una década, ya cumplida.
Lidia Heller
Ella representa para ese grupo de mujeres la investigación, el liderazgo, la vida ejecutiva, la sensatez, la terminología propia de la cultura con perspectiva de género en la sociedad y en las organizaciones. En uno de los talleres que ella ha dirigido y al cual asistí, logré dibujar mi proyecto de vida profesional como mujer. Fue un momento emotivo porque logré visualizar cuántos logros había obtenido y cuántos, con mucha opción de ser logrados, me estaba proponiendo. Fácil!
Sin embargo, la vida cambia según las decisiones. No importa si eres hombre o mujer, no importa si eres ejecutivo, empleado o independiente. La decisión de hacer familia implica acuerdos, negociación, consenso que no hay escuela que enseñe sino la vida misma. Por eso, Lidia, en una conversación extrae lo más mínimo para continuar sus estudios de género. En un viaje a La Habana, donde evaluaríamos el desarrollo y proyección de la Red, me preguntó: Cómo va tu vida?. Según lo apendido en el taller y como buena alumna le conté de mi proyecto profesional y ella indagó por el personal, que  justo en el aeropuerto José Martí cambiarían el rumbo. 
El movimiento feminista y el hoy evolucionado discurso de género incluyente, que propone  modelos ideales para la vida de una mujer, entran en conflicto cuando hay que tomar decisiones de vida. Es necesario contar con una conciencia de género y más aún con un coequipero que además de compartir amor, entienda que los roles en una pareja no son una carga tradicional y que el centro de la vida no es la individualidad, sino el colectivo (hijos, familia). El proyecto del padre no es el proyecto de la familia, ni el de la madre, eso es anulación del otro o la otra. Se trata de reasignación de roles, no resignación. 
Bien lo dice Lidia en una entrevista a El Mercurio de Chile: " No hemos resignado ni reasignado todas las tareas del ámbito doméstico, y a esto le incorporamos todas las responsabilidades del trabajo. Por lo que es inevitable que esta doble función nos esté haciendo ruido. Por no hablar del cansancio." El reportaje a Lidia Heller resulta siendo bastante interesante porque incluye temas como que las mujeres no quieren ceder espacio en lo doméstico, el perfil arrasador de una mujer en lo laboral y objetivo de una mamá en un alto cargo ejecutivo, entre otros.

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