A finales del mes de enero de 2018, Barranquilla fue escenario de un atentado terrorista a la estación de Policía del barrio San José, murieron 6 agentes y más de 40 heridos.
La constante en esta ciudad del Caribe colombiano es que cuando son las 12 de la noche del 31 de diciembre del año anterior, las emisoras empiezan a hacer sonar música de Carnaval porque se inicia la temporada previa a las fiestas y eso incluye una programación a la que no le cabe un evento o fiesta más y aún así, cada año la creatividad sugiere más alegría y celebración de la tradición.

Las palabras y hechos solidarios no se hicieron esperar ese fin de semana. La autoridad civil, policial y militar se pusieron al frente de la situación y en menos de 24 horas el hecho tenía claridad, capturas e información oportuna, dando frente al estado de incertidumbre y miedo que espera el terrorista. Y surgió durante todo el día sàbado las inquietudes: ¿suspenden o cancelan el Carnaval? ¿los eventos del día, se cancelan, suspenden o aplazan? Alguien me pidió mi opinión y respondí, centrada y solidaria con el dolor de los vecinos del barrio y coterráneos: "Se está recibiendo solidaridad nacional e internacional por el hecho, repudio y respaldo al dolor de los familiares fallecidos y los eventos de Carnaval ¿siguen normal? yo no encuentro coherente eso, deben aplazar al menos por el día". La decisión de la autoridad y los organizadores, fue permitir y respaldar su desarrollo, después de una vigilia que sintonizó a la ciudad con el dolor.
Al día siguiente del atentado en Barranquilla, siguió otro en Soledad, área metropolitana, ahí también hay pre y Carnaval. Y surgió nuevamente la inquietud en el ambiente de la ciudad, a presión y la crítica: ¿Por qué siguen de fiesta? ¿Por qué no suspenden el Carnaval?
¿Pero por qué estando de luto Barranquilla no suspende el Carnaval? alguien más requirió mi opinión y luego de analizar el escenario que los terroristas quisieron aprovechar entendí una lección de Comunicación de Crisis que nos ha dado nuestra ciudad, nuestra ciudadanía, nuestra cultura. El mensaje de reacción rápida que genera confianza e ilusión que la adversidad pasará, el canal efectivo de la afectividad, la unión y la firmeza están presentes en esta esquina del Caribe colombiano. Es necesario comprender que hay demasiadas vidas y familias que dependen del Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad, las fiestas no son solo jolgorio y tradición, son fuerza económica y social. Es como detener una empresa cuyo engranaje es toda la ciudad. Hay quien trabaja todo el año para la fiesta o espera el ingreso de la fiesta para todo el año. Tal y como sucede en la familia cuando alguien fallece y al día siguiente, es necesario regresar al trabajo, hay luto en el corazón, pero la única forma de salir adelante es levantarse. Tan sencillo como eso, hay que continuar, no nos podemos amilanar por el dolor. Así que no es que Barranquilla sea indolente y por puro capricho de la autoridad u organizadores sigan las fiestas, NO, es que la única forma como la Vida le pone el pie a la Muerte es con la misma Vida. Y la vida en esta ciudad se come todos los días con alegría expresada en una fiesta tradicional.
Pasados los días, se han dado las capturas, la investigación ha seguido su curso, los violentos han tenido la respuesta que no esperaban y su propósito cobró vidas, que nos duelen y lamentamos, pero no la de la ciudad. La crisis ha permitido ver una Barranquilla Más Unida. Tal vez sigan sin entender todas las respuestas en esta publicación pero tienen más argumentos para pensar y reflexionar ¿por qué no suspenden el Carnaval de Barranquilla?
@aidamar
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