Con el tiempo ese Messenger cayó en desuso, pero no desapareció. Muchos optamos por desinstalarlo para darle cabida en el celular a otras aplicaciones, pese a que a través de él podíamos estar tranquilos porque los amigos y familiares se reportaban bien en medio de sucesos como incendios forestales, atentados, o terremotos y hasta plantear grupos de discusión. Después, Messenger implementó llamadas al dispositivo móvil (sí, como el Whatsapp), pero ya muchísima gente había caído seducida ante el ícono del telefonito verde con blanco, pese a que era necesario tener actualizado el número de teléfono celular del destinatario, mientras que en el Messenger estábamos en contacto desde que debutamos en el terreno de las redes sociales en los albores de Facebook.
Personalmente, tengo dos anécdotas con el Messenger: una de una amiga emprendedora a la que le sugería clientes para su negocio y un día me dijo:"no me escribas al messenger, que no lo uso", mientras los clientes me decían que no la encontraban por ningún lado para contratar sus servicios, ¡y fue por el Messenger que la encontré!!. (Y aproveché para actualizar su número de Whatsapp, por supuesto). La segunda anécdota fue poder comunicarme con un amigo arquitecto que reside en el exterior y vino de visita. Previo al viaje organizó una agenda con amigos por messenger (pues como dije antes, tenía nuestro contacto desde la época dorada del surgimiento de Facebook). Este amigo llegó flamante a Colombia y... ni idea de como avisarnos a los teléfonos celulares!!. Le salvó la patria intentar que aquellos que habíamos aceptado encontrarnos le contestáramos esa extraña llamada que sonó ¡del messenger!.
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