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jueves, 16 de febrero de 2023

¿Debemos presionar a los niños para que lean antes de los 7 años de edad?

La respuesta a la presión es un no rotundo, pero la posibilidad que inicien procesos de lectura desde los 10 meses de vida, y sin presión, es una verdad de a puño.

Hace unos días ingresé a una publicación en instagram de la neurosicóloga pediatra Carina Castro Fumero porque hacia la pregunta ¿Por qué no debemos presionar a los niños para que lean antes de los 7 años de edad?  La respuesta es "porque los sistemas cerebrales que codifican la lectura maduran a tiempos diferentes en cada niño, porque no se tienen conexiones sinápticas ni la mielinización antes de los 7 años y  porque al exigirlo estamos creando rechazo y frustración a la lectura", según la publicación. Es decir, no existe un contexto propicio para las exigencias de un aprendizaje de códigos, ni una motricidad adecuada para que los procesos de lectura se desarrollen antes de los 7 años de edad. Esa es la posición de la neurosicóloga Castro Fúmero. 

Argumento de la neurociencia

El argumento que nos invita a pensar de la neurociencia es el de la "mielinización", en especial porque el concepto está fuera del alcance de un padre o madre de familia común o de un profesor. Pero para eso está internet y haciendo una búsqueda consciente y responsable se puede tener una idea que nos permita comprender por qué el cerebro no estaría preparado para la iniciación de la lectura en los infantes.

"El desarrollo de las funciones motrices se correlaciona con un mayor grado de maduración cerebral. Uno de los criterios más utilizados para determinar el grado de maduración es el nivel de mielinización cerebral." Kolb y Fantie (1997)


Brian Kolb y Brian Fantie son dos científicos que describen la correlación entre el desarrollo de las conductas motrices y lingüísticas y el grado de mielinización cerebral, es decir el proceso paralelo al desarrollo de las funciones de las neuronas. Esa es la razón para que la motricidad de un niño de 12 meses de edad camine de la mano, lance o agarre objetos, todo eso está asociado a la buena mielinización del tracto piramidal y poca mielinización de las áreas de asociación. Un niño de cinco años tiene una mayor mielinización de las áreas de asociación de la corteza cerebral y su motricidad fina lo evidencia.

Sin embargo, el proceso de mielinización cerebral se inicia mucho antes del nacimiento, justo tres meses después de la fertilización. Solo que cada región de la corteza cerebral se mieliniza en distintas etapas entre la infancia y la adolescencia, y su desarrollo completo es hacia los 15 años de edad, según los mismos autores antes mencionados. La motricidad y los sentidos preceden por mielinización a las áreas de asociación del cerebro relacionadas con funciones cognitivas y afectivas, como el lenguaje, el pensamiento, la conducta emocional, la percepción y los movimientos voluntarios.

En términos sencillos y basándonos en la experiencia, la lógica de cualquier padre o madre responsable también diría que forzar o presionar nunca es bueno y que si son textos que sobrepasan las capacidades, lo más seguro es que su comprensión no será acertada y su vínculo sano por la lectura se verá afectado.

Reflexiones prácticas

No hay padre, madre o abuelos que vean a su recién nacido hermoso e inmediatamente empiezan a buscar parecidos físicos en la familia. Vemos una personita con rasgos externos y nos olvidamos todo lo que se activa internamente desde que ve la luz fuera del vientre de su madre. Pensamos en la leche, los pañales, los hábitos, las trasnochadas y el anhelo a retomar el ritmo que antes tenía la vida. Pasan los meses intentando entender lo que con palabras todavía no puede, su comunicación gestual y corporal lo es todo. Está aprendiendo, está leyendo todo lo que ve en términos de gestos, sonidos, colores, sabores y situaciones.

Pasan los meses y se nos olvida que su cerebro no ha terminado de madurar y solo cumplirá el ciclo completo a los 15 años de edad según los científicos. Entonces, mientras tanto ¿qué sucede, qué hacemos? Hay que inscribirlo en una escuela, entre más temprano mejor, es la presión social, dice alguien. No solamente porque es bueno para su estimulación y aprendizaje (argumentos de los padres y madres) sino también porque cómo hacemos cuando termina la licencia de maternidad y hay que regresar a la dinámica laboral que se resiste a entender que lo apropiado es encontrar mayores garantías para el bienestar de las familias que integran su público más valioso, los trabajadores. 

Esa es la preocupación de los cerebros maduros de los adultos, al mismo tiempo que el cerebro en desarrollo, centro de todo en la criatura vulnerable que reposa en la cuna o en los brazos de mamá, descubre las conexiones que serán valiosas para sus sentidos, motricidad, pensamientos, emociones y tantas otras cosas que no alcanzamos a imaginar. ¿Qué hacemos? ¿Esperamos a los 7 años de edad para que empiece su desarrollo de lecto-escritura? Si desde que nace sus sentidos están activos y en pleno descubrimiento ¿por qué no iniciar procesos de lectura al tiempo que de habla? Es aquí donde se genera la discusión. No hablamos de presión, tan solo decisión de dedicar tiempo al desarrollo del cerebro para un mejor aprovechamiento del descubrimiento diario que la nueva criatura hace de su vida y su cuerpo en relación con lo que le rodea.

En la publicación plantemos los resultados positivos de la aplicación del método del científico Glenn Doman, quien en 1974 también llegó a la conclusión que el cerebro se desarrolla con el uso no con el tiempo y que una estimulación sistemática y de calidad favorecerán a esa criatura con habilidades de comunicación desarrolladas para el éxito de sus actividades laborales, personales y escolares. Hace todavía más valioso su planteamiento al saber que su investigación se inició para ayudar a niños aquejados con lesiones cerebrales y tuvo resultados positivos, incluso superiores a niños sanos, lo que le hizo pensar que era una oportunidad para desarrollar el método con niños sanos.

Experiencia personal

Soy resultado de los inicios de este método porque soy de la generación del 70 y mi madre encontró una entrevista donde ya se planteaba con detalle su puesta en práctica. Doy fe de las habilidades en lecto escritura que logré y las ventajas de las que habla Doman, pero más allá de eso está la alegría inagotable de aprender como si estuviera en la escuela, aún en la actualidad. Hice lo propio al ser madre y pude ver el desarrollo de sus habilidades comunicativas y motrices, sin ninguna presión y a su propio ritmo.

Fue oportuna y apropiada para generar un vínculo que con las obligaciones laborales me estaba perdiendo en su edad temprana. "No le va a pasar nada, a todas nos toca así",  me decían. En acuerdo con mi esposo, su papá, aplicamos las fases y superar cada etapa fue de regocijo siempre. Cuando nos dimos cuenta ya tenía 3 años de edad y leía frases completas escritas en un tablero. (Ver vídeo). Después de 15 años de haber tomado la decisión de iniciar con el método y cuando ya, según los científicos, su cerebro ha terminado de mielinizar, tengo que compartir con los lectores de Panel Sin Fronteras la misma conclusión que Doman: "El cerebro se desarrolla con el uso, no con el tiempo". Así también que la puesta en marcha de su proceso de lectura desde los 10 meses de edad favoreció en gran medida sus habilidades de comunicación y empoderamiento a través del lenguaje y la oratoria en la escuela y en los proyectos que por iniciativa propia lidera en el área de la ciencia y el medio ambiente desde los 10 años de edad. Es decir que su pensamiento complejo y las áreas de asociación del cerebro encontraron sentido antes de los 15. 

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